Cuna

Cuna que me mece, que endulza mi visión y estremece mis sentidos. Aviva mis besos al ambiente pacifico y cariñoso del mundo.
Inocencia de los niños que duermen, tranquilizadme. Relajad los espíritus alterados de rencores y maldades.
Hipocresía, vete. No habites en las formas. Vete. Llévatela cuna, ¡héchala!
Caricias, sentidme. No hay color en la piel y es piel cuando están los ojos cerrados. Hay color y es piel en los ojos abiertos. Y hay amor en los colores. Y hay colores en el amor. Pero no hay razas, hay una única piel que acariciar. Sentidme, yo os siento. Cuna, mece mis caricias.
Pieles de colores endulzaos, besaos, acariciaos con distintos tactos.
Cuna traeme a quien no me pueda oír. Mécelos conmigo, que la armonía sea silencio. Acuéstanos en susurros vacíos. En imagenes de sonidos sordos. En el destello del sonido visual.
Traeme también a los que no ven, estremece nuestros oidos con paisajes que cantan, que sea la melodía imagen. Que el arcoiris sea música. Mécenos y haz que soñemos debajo del agua escuchando imágenes invisibles.

Cuna que me mece, adéntrame en las posibilidades y en las imposibilidades que me rodean, preséntame al mundo con el contacto, en tu mecer, con mil nanas mudas, en tu tranquilidad. Házmelos sentir y que me sientan.


Pluma, caída sutil con flote ligero, ondas frágiles y elegantes, desertada de existencias altaneras, deseada por la belleza de la sencillez



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