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Mostrando entradas de enero, 2012

Horizonte

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Se perdía la percepción de la profundidad y su dimensión. El tiempo superfluo. La hondura integral y despreocupada. La mirada se desintegra en el intento de hallar cualquier posible final al infinito invisible real de la lejanía. Desde los ojos no se ve hacia afuera, lo que se divisa se introduce dentro. Dentro un universo abstracto, sin una idea clara, ni una pequeña consciencia de lo que absorbe. La descontrolada sensación de vacío inmenso desubica la orientación del cuerpo. Sin cuerpo ni percepción. Solo emoción de lo astral sin cosmos. El sonido de la desorientación más extrema. Un sabor a frío tranquilo, a humedad amable y a sinceras lágrimas de la brisa acompañadas de caricias. Un aroma de flores que no conoces, de colores que no existen en la lógica terrestre. Que solo habitan en el horizonte. Estremecido el alma con la despreocupación de tiempo y espacio, de estar y ser, de sentir y razonar, de volar y reptar... Las garras de la traicionera te regresan. Tu visión

Cuna

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Cuna que me mece, que endulza mi visión y estremece mis sentidos. Aviva mis besos al ambiente pacifico y cariñoso del mundo. Inocencia de los niños que duermen, tranquilizadme. Relajad los espíritus alterados de rencores y maldades. Hipocresía, vete. No habites en las formas. Vete. Llévatela cuna, ¡héchala! Caricias, sentidme. No hay color en la piel y es piel cuando están los ojos cerrados. Hay color y es piel en los ojos abiertos. Y hay amor en los colores. Y hay colores en el amor. Pero no hay razas, hay una única piel que acariciar. Sentidme, yo os siento. Cuna, mece mis caricias. Pieles de colores endulzaos, besaos, acariciaos con distintos tactos. Cuna traeme a quien no me pueda oír. Mécelos conmigo, que la armonía sea silencio. Acuéstanos en susurros vacíos. En imagenes de sonidos sordos. En el destello del sonido visual. Traeme también a los que no ven, estremece nuestros oidos con paisajes que cantan, que sea la melodía imagen. Que el arcoiris sea música. Mécenos y haz q

Nada

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 En la nada absuelta del caos y la perfección, un papel. Un papel suave, libre, vacío, solo... Tranquilo, inspirando el aroma, saboreando la atmósfera, descubriendo el tacto del no estar, asentando su vacío en el no existir del material solido, más que su propia existencia. Rodeado de ondas no sólidas llenas de aportación, llenas de integridad volátil que no le escriben pero le alientan. Con facilidad, una brisa que se presenta, le desplaza entre la nada infinita. De pronto una luz envuelta en un frasco. La brisa deja caer la luz del frasco en él, y del frasco la honesta tinta caída en su ser absoluto. Pero no hay dicciones en la honestidad de la tinta, tan solo su extrema sensación. Conoce su razón, debe ser existencia sólida, aportación habiendo sido aportado, debe ser voz muda, puerta abierta a la capacidad de imaginación y creación... Pero esta tinta no dice, y en esta nada no hay. Ahora no conoce su razón, está empapado. Siente esa luz plasmada en tinta, o quizá es

El aroma de la esencia

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Vivimos sin estar vivos, sin observar la vida. Vivimos a tientas, palpando. Y por eso nadie sabe a qué huele el agua... Seguro que las libélulas saben a que huele el agua. Alomejor porque tienen cuatro alas, no lo sé, pero seguro que pueden olerla. Ser libélula y oler el agua debe ser fascinante. Desertaré desde aquí, desde mi posición e iré asta allí, a estar desde mi existencia como libélula. Las libélulas saben a que huele el agua pero quizá no les aporte emoción su aroma, ni ningún otro. Quizá ya se sientan privilegiadas. Quizá sea propio del vivo no vivir porque puede, precisamente, vivir. La vida es un velo que cubre el vacío de toda existencia. Los vivos apartan el velo y están ahí, en la vida, pero sin serlo. Hay que adentrar en el velo, en su finura, ahí esta toda la esencia, en la sencillez de su caer. Así lo que cubría se convierte y eres vida. Como el agua. El agua no está viva, el agua es esencia, el agua no es, es vida. El deseo de ser agua me lleva a mudar de mi

White night, Lodovico Enaudi

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En la noche blanca las velas descansan en cera fría con los cantos del viento aturdiendo las ramas de los árboles de allí afuera. Yo aquí dentro, viendo una noche blanca, blanca y fría, blanca y pura, blanca y hermosa. Aquí dentro, atrofiando mis sentidos, desfigurando rostros que no conozco, aplaudiendo desconocidos, siempre desconocidos misterios de allí afuera. En una caverna, dijo Platón, pues yo veo las manos que manipulan las sombras de la ilusión falsa de mi realidad y de mi verdad. Y no están ahí afuera contigo blanca noche, no habitan en tu cuerpo, en tus dedos, no te sienten. Que abrazo al espíritu aportan tus brazos, que prestigio, en la realidad, absorber tu belleza. Noche blanca que abre mis ojos, que me enseña la piel de las manos mentirosas, tú ahí afuera, yo aquí dentro. Blanca dama bella, acerca tus susurros a la escucha de las manos mentirosas, pronúncialas verdad, que acudan a tu hermosura, descúbreme las sombras y báñalas de blanco, linda noch

Bienvenidx

Los susurros de la voz del tiempo hendieron mis manos y de ellas la inspiración quiso florecer. A veces su desarrollo se detiene y baña de aroma la nada, otras baña las sensibilidades que se empapan, que suspiran con las palabras sin nombre que describen o cuentan sin más objetivo que hablar por hablar del surco de la ignorancia, del vacío fascinante del alma, de la realidad de nuestras emociones y sentimientos, de nuestro interior que calla por la superficialidad que la raza humana deposita en nuestras corazas racionales y haciendo de nuestra verdad una realidad fría y sin pasión por nuestras entrañas. Mis palabras insignificantes no les aportarán más que eso, pasión por un interior existente, que se encuentra dentro de ustedes, que solo creyendo en él nace y florece. Bienvenidx a palabras bañadas en baños sin nombre, a mi blog, una aportación de los aromas de la flor de la inspiración desde mis manos.