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Un pez borracho como un condenao...

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Vengo del otro lado Del que se desvanecen los miedos Tanto miedo Tanto miedo acabará con nosotros Cuando empiezo a relajarme se me anuda el estómago El estómago El estómago es un estropajo cuando me relajo  Un puño de perfil Un juego de manos y uñas Estar ahí, por el simple hecho de estar, es como cubrir los ojos de un ciego. La voz ronca del cristal es la verdadera voz del cristal. Querer abarcarlo todo es tan absurdo como tener la voz ronca. La decisión es la sentencia. Un puñado de sentencias es un puñado de vértigos. ¡Menuda novedad! la joven que sigue perdida... ¡Que se muera mi lengua!¡que se muera mi lengua! Piense en arrancarse la vida o en ahogarse en ella. Le adelanto que en ambas morirá con valentía. En una, usted será como un fuego furioso que va apagándose a sí mismo; en la otra, usted será un pez embriagado de mareas, un pez borracho como un condenao...

Una tierra oxidada

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A quien me dirijo está a un cielo de escombros lleno de furia y sin distancia. Me dirijo con una manta de sangre. Despacio, un poco más despacio camina el hierro en los pies, los pies son ríos oxidados que se fraccionan en huellas. Una tierra oxidada. Pisadas de hierro.  A quien me dirijo está anclado a una eternidad inteligible, desbordada de eternidad.  Una sonoridad parecida a las campanas que anuncian a otro anciano que se apaga.  Cuando se apague mi anciana tendrán que sonar hasta que las grietas venzan su figura o tendré que agrietarlas hasta quedarme sin uñas. El presente está tan contaminado que se han comido las veinte uñas de mi cuerpo. Masticar cristales es descontaminarse un poco, pero la carne es la carne, y sin uñas es más carne. Los recuerdos no vienen conmigo, el pasado, ni mis sueños. A quien me dirijo, me dirijo desnuda y fría, como una estrella apagada, que parece apagada, con los ojos abiertos, muy abiertos, tan abiertos que se desbordan, y una

Diez minutos y un estómago

Nos quedamos a respirar. Ahora tú dices Ahora yo digo Ahora nos quedamos a respirar. (Si te vas nos asfixiamos) Ahora sólo quedo yo. Nadie se ha asfixiado Cada uno a lo suyo Todo está respirando Tú por ahí Yo por aquí Y todo respira.

El lenguaje universal es el lenguaje del mundo

Para dejar de hablar de mí abro los ojos, las pupilas dilatadas te abrazan como abrazan los brazos que trepan por las cuerdas, brazos de mujer y brazos de hombre. Para dejar de hablar de mí, escucho lo que dices, apago el ruido, se queda oscuro, escucho la voz de tu estómago, huelo las algas de tu aliento y la sangre, huelo el perfume tu cuello y el sudor. Hacemos el calor con los poros abiertos, hacemos el calor cuando entre paso y paso el sol se derrama y seca nuestras reservas, hacemos el calor escuchándonos tanto... Suena un murmullo, un siseo, aparecen los gritos, todos hablan, todos no tienen tantas cosas que decir, pero hay que hablar, hay que opinar, hay que decir, hay que reafirmarse, hay que diferenciarse, hay que posicionarse, hay que socializarse... Pupilas abiertas, nos escuchamos, estamos muy cansados, estamos tan cansados que no estamos dispuestos a perder el tiempo en mover las manos, estamos tan cansados que perdemos la juventud en cada suspiro, somo incapaces de d

Un momento

No hay nada que hacer, el sol se ha bloqueado, los cristales lloran y nosotros miramos callados. Unos sacan los dientes contra el mundo, otros cantan al viento mientras la música ensorda la vida. No importa, cualquier actitud está implicada de alguna forma. Si el canto se aleja, busca evadirse, si el canto se queda alrededor de tu cabeza, quiere cambiarte la vida. Todos se implican. Nosotros: miramos.

Precipicio de sal

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                                Tengo una herida y no es azul.                    Aparecen las moscas.      Si vamos a mirar tendremos que llevar vendas para taparnos la frente.         Si no decimos nada, se nos caerán los dientes.         Si lo decimos todo, tendremos el estómago lleno. No tengo hambre, ni sueño.                                       Como y duermo. No tengo frío ni calor.                                        Llevo abrigo y me desnudo. Si vamos a oler la putrefacción, tendremos que llevar abanico.                          Vamos al cielo a sacrificar una puerta.            Abre, cierra, entra, sales de la cristalera, justo por detrás.  Todos te veíamos.                               Te veo.                                           Me haces una herida y no es azul.

Después de trabajar con agua, se habla del fuego

Después de que me arda el alma, espero que me escuches. Lo que hago, para no sentirme sola, es buscar tus ojos en la letra predeterminada del móvil. Tus ojos son cualquier ojo. Son tus ojos porque se me antoja que quizá puedas tú, hoy, darme la atención y la admiración suficiente como para dejar de sentirme sola. Lo malo de la letra predeterminada es que no distingo las tildes de tu intención, ni tampoco escucho tu voz, ni el perfume de tus labios pronunciando. Si no me entiendes, si no vas ha hacerme el amor para que siga ardiendo, entonces deja de leerme, di cualquier estupidez y lanzaré las letras predeterminadas al vacío. Sólo quiero hablar de esto. Hoy he compartido unas horas muy importantes. Hoy el teatro ha llegado al salón de mi casa y ha encharcado literalmente el suelo. Y yo, ahora, quiero gritarte que me he sentido viva después de todo este tiempo. Pero el grito hace eco y desaparece, porque tú no estás para escuchar. Tú, que ni estás dibujado. ¿Que importa la