El lenguaje universal es el lenguaje del mundo

Para dejar de hablar de mí abro los ojos, las pupilas dilatadas te abrazan como abrazan los brazos que trepan por las cuerdas, brazos de mujer y brazos de hombre. Para dejar de hablar de mí, escucho lo que dices, apago el ruido, se queda oscuro, escucho la voz de tu estómago, huelo las algas de tu aliento y la sangre, huelo el perfume tu cuello y el sudor.

Hacemos el calor con los poros abiertos, hacemos el calor cuando entre paso y paso el sol se derrama y seca nuestras reservas, hacemos el calor escuchándonos tanto... Suena un murmullo, un siseo, aparecen los gritos, todos hablan, todos no tienen tantas cosas que decir, pero hay que hablar, hay que opinar, hay que decir, hay que reafirmarse, hay que diferenciarse, hay que posicionarse, hay que socializarse...

Pupilas abiertas, nos escuchamos, estamos muy cansados, estamos tan cansados que no estamos dispuestos a perder el tiempo en mover las manos, estamos tan cansados que perdemos la juventud en cada suspiro, somo incapaces de dejar de suspirar.

A veces, en forma de arte, a veces en forma de música, a veces en las competiciones deportivas, a veces... A veces aparecemos detrás de las cortinas, aparecemos... yo no hablo de mí. Aparecemos dicen las frases, dicen las letras, que se aparecen. Aparecemos jóvenes y cansados. Todos hablan y todos no tienen que decir que están cansados pero nos cansamos unos de otros, otros de unos, y todos de todos. Un grito, ya me has faltado al respeto, otro grito, ahora eres tú.

El lenguaje universal es el lenguaje del mundo. No hay universo con las pupilas tan dilatadas, no hay mundo con oídos tan limpios para la ciudad...

Para no hablar de mí, es preciso que aparezcas en mí.

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