A una difunta, por una que escarba

Por favor.
Déjame compartir esta muerte.
Me desgarra, desnuda, deslumbra el cofre abierto que se deja llenar.
No tengo la fuerza que se acerque a expresarte esto que abanica mi sangre.
Destroza mis huesos, desgarrarme los músculos con tu voz.
Que lágrimas ambiciosas, sedientas.
El tiempo es justiciero, y yo me caigo en tu sonido, querida mujer.
Buen día señora, señora que llora, señora que tiene tanto que gritar.
Mátame con el arte que nace en tu fuego, en el arder de tu corazón.
¿Qué transmites? ¿Qué me dices?
Limpiar ahora palabras que intentan abrazarte, envolverte y mostrar lo que tu voz de serpiente, de una serpiente apasionada, de un lagarto más vivo que la vida misma, escupe sin piedad.
Áspera y tremendamente bella.
Perdona mi osadía, intento escribirte desde mi más sincera humildad.
No soy nadie, y esta nadie intenta implicar a tu esencia en su ilusa composición.
No hay nada aquí, en estas letras, que digan todo lo que tengo que decir.
Me muero, querida, perdona a la querida.
Amor. Amor me dices, me dices que me retuerza y me exprimes.
Quieres que mi alma se destroce, se destruya en tu vacío.
Aprovecho que te digo para decirme que tengo obligaciones, que me corrompes porque este tiempo no debía ser para ti.
Quiero.
De verdad que quiero.
Pero estas palabras desordenadas no deberían estar fluyendo.
Prohibido por mi conciencia.
Mi conciencia, una grieta en mi vida. Una vida agrietada.
Por mi corta edad, mi falsa desdicha.
Que mentiras me dices,conciencia.
Mi derrota, tus palabras y yo, quemada.
Que solo asciende al alma que apasionas, que enloqueces hasta el llanto.
Flotar por el mar, por el cielo, por la muerte.
Me matas.
Me escarbas.

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