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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Un día cualquiera

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La noche llegó después de un tiempo ambiguo. La dichosa esencia del tiempo, la grandiosidad del sentido más profundo de la pasión y de la inercia. El pozo oscuro de infinitos colores que a veces existen. La locura de la gente y la ausencia de la gente. La lógica y la fascinación por lo abstracto. Y yo, pidiendo a gritos el silencio. Al menos un hueco. Estoy viva y me agoto. Aún no ha llegado la decadencia. Ni siquiera ha llegado el permiso. Me pesan las piernas, me lloran los ojos, me tiembla la voz, me falta el aliento... Una mano endiablada, unida a un cuerpo deformado me ha escupido por las uñas. No me mira, no me observa, no me dice absolutamente nada. Es toda su presencia el desorden. Un vomitivo espectáculo de un día cualquiera, una improvisación de las horas que me irritan. Que también os irritan. Que ocultan los atajos engendrados del vientre de una madre muerta. De mi paciencia nace una moneda sin filo. Una moneda o una esfera que flota en el vientre. De esa